El coronel no tiene quien le escriba
El coronel, personaje principal junto a su mujer, es un veterano de guerra. Lleva quince años esperando una carta que le autorice el cobro de la pensión militar. Su fe se ha mantenido intacta durante todo este tiempo. La carta acabará llegando, los servicios prestados a la patria no caerán en el olvido, quiere pensar. Sin embargo, el coronel obvia lo evidente: el Estado ha olvidado a sus veteranos. La mujer del coronel es una persona realista con un carácter “naturalmente duro, y endurecido todavía más por cuarenta años de amargura” (García Márquez,1961:182). Ella es quien, a pesar de los altibajos derivados del asma que padece, lleva el peso de una casa desvencijada por el paso del tiempo, la miseria y la tragedia familiar. A ambos les une la pérdida de su hijo asesinado por andar involucrado en actividades clandestinas. De él solo conservan un gallo de pelea. Ella lo quiere vender pues le recuerda la muerte del hijo. Él lo cuida para que combata en enero. Confía en la victoria y en las ganancias que pueden recibir. La mujer del coronel sabe que la pensión no llegará. Guiada por el pragmatismo y la urgencia, propone venderlo al cacique para obtener un dinero de forma inmediata y poder hacer frente a las deudas.
La crónica que hace el autor sobre la realidad social y política de la época transciende la vida del propio coronel. La trama principal está vinculada a la injusticia que él padece. Esta le lleva a vivir en condiciones de pobreza que tiene su origen en un Estado inmoral. El caso del coronel no es el único. Por él sabemos que muchos de sus compañeros “murieron esperando el correo” (García Márquez,1961:79) También, se trasluce en la novela el conflicto existente. El toque de queda, la censura, la muerte del hijo son indicadores de una notoria violencia estructural. Hay censura en el cine y en la prensa. La censura provoca el surgimiento de actividades clandestinas que confabulan contra el orden establecido que es encarnado por la figura del alcalde, el cura y el cacique del pueblo. A este último se le considera como el “único animal que se alimenta de carne humana” (García Márquez,1961:156). El médico, el hijo y los compañeros de este son las caras visibles de la resistencia. El gallo también es un símbolo de esta. Todo el mundo ansía la llegada de enero. Las peleas volverán a permitirse y los vecinos se reunirán en comunión y ante el poder represor. El pueblo tiene ganas de gallera. Al decidir el coronel no vender el gallo por dignidad se enfrenta a la autoridad y acaba por liberarse. La mujer desesperada le pregunta “Y mientras tanto qué comemos” (García Márquez,1961:190), a lo que él responde: “Mierda” (García Márquez,1961:191) Con esta palabra acaba la novela. Una única palabra que denota la realidad en la que el coronel ha estado sumido durante tanto tiempo y parece ser consciente de que hay mierda para rato. El coronel ha perdido la fe en las instituciones del Estado.
El lenguaje utilizado es sencillo. Las metáforas y los símiles son recurrentes. El autor explica mucho con pocas palabras. A través de sus diálogos y de sus párrafos breves percibiremos las tensiones sociales, las deficientes garantías de libertad y la ausencia del Estado. El coronel no tiene quien le escriba, es la radiografía de la realidad social y política de la Colombia de mediados de los años cincuenta. Es el retrato de la injusticia tratada que narra con cierta poética la crudeza de la realidad que la enmascara.
Bibliografía
García Márquez, G. (1961) El coronel no tiene quien le escriba. Ed. Digital: Horus ePub base r2.